Mártires Montero apenas puede hablar. Luce agotado, tenso. Su rostro sudoroso delata que enfrenta un momento difícil. Y es cierto. Su hija está desaparecida.
“Estoy destrozado internamente”, alcanza a decir, haciendo una pausa en sus explicaciones sobre cómo y cuándo comenzó la angustia que padece su familia, desde que el pasado lunes su hija Soanny Montero Vargas, de 27 años, desapareciera de forma misteriosa, sin dejar rastros; sin decirle a nadie su rumbo ni su paradero.
Don Mártires Montero no tiene que decirle a nadie que está destrozado. Se le nota a leguas. Es la agonía del padre que no sabe qué ha pasado con su única hija; que no tiene pistas de la primera cría, de dos que procreó con la señora Marilín Vargas.
El día que Soanny salió de su casa, situada en el residencial Oasis, en el municipio Santo Domingo Oeste, eran las 6:30 de la mañana.
La joven salió para el hospital de la Policía Nacional, donde trabaja como médico residente con un contrato de dos años. Es lo que en el lenguaje técnico de los médicos le llaman R-2. No es pasante, como ha estado informando la Policía.
Soanny terminó su carrera de medicina a los 22 años, en la Universidad Iberoamericana (Unibe), en el 2007.
Ese lunes, a Soanny le correspondía amanecer de turno en el hospital. En horas de la mañana del día siguiente, el martes, del centro hospitalario policial llamaron a la casa de la familia Montero Vargas, para preguntar por la doctora Soanny, porque no se había reportado a su servicio regular. Ahí comenzó el tormento de esta familia que, a partir de aquel infeliz momento, no ha podido ingerir otra cosa que no sea agua.
Las cámaras de seguridad del hospital de la Policía registran que la última vez que Soanny estuvo en su lugar de trabajo fue el lunes, pasadas las 3:00 de la tarde. Ya antes había almorzado normalmente con sus colegas. “En esto cabe cualquier posibilidad, pero precisas, no tengo”, dice Mártires.
Su esposa, Marilín no pudo escuchar lo que decía su pareja, un ingeniero agrónomo productor de plátanos, oriundo de Tamayo. Ella estaba en cualquier lugar de la casa, sin fuerzas ni ánimos para contarle a la prensa que ayer cumplió tres días sin comer nada y sin poder dormir. Estos padres con el corazón hecho trizas esperan que la Policía apresure las investigaciones para encontrar pronto a su Soanny.
Hasta ayer solo había hipótesis y versiones no avaladas por los investigadores. De tres médicos entrevistados por la Policía, uno de ellos es Jonathan Reyes, ligado sentimentalmente a la mujer desaparecida. El angustiado padre dijo que Reyes no le comentó si tuvo alguna discusión con su hija.
Mártires define a su hija como una muchacha de buen temple; seria y decidida, pero alegre y jovial. Una mujer a quien la vida le ha dado mucho más de lo que cualquiera de su edad pudiera desear.
Asegura que en su familia, con sus altas y bajas, como en todas, no existe actualmente ninguna situación difícil o inmanejable. Tampoco él como cabeza de familia ha incurrido en asuntos que coloquen en la cuerda floja a los suyos.
Por todo esto, descarta que su hija haya tomada alguna decisión equivocada por razones de depresión o que haya sido secuestrada. “Yo solo he recibido llamadas para solidarizarse conmigo. Pero nadie me ha llamado para exigirme nada”, resalta.
“Estoy destrozado internamente”, alcanza a decir, haciendo una pausa en sus explicaciones sobre cómo y cuándo comenzó la angustia que padece su familia, desde que el pasado lunes su hija Soanny Montero Vargas, de 27 años, desapareciera de forma misteriosa, sin dejar rastros; sin decirle a nadie su rumbo ni su paradero.
Don Mártires Montero no tiene que decirle a nadie que está destrozado. Se le nota a leguas. Es la agonía del padre que no sabe qué ha pasado con su única hija; que no tiene pistas de la primera cría, de dos que procreó con la señora Marilín Vargas.
El día que Soanny salió de su casa, situada en el residencial Oasis, en el municipio Santo Domingo Oeste, eran las 6:30 de la mañana.
La joven salió para el hospital de la Policía Nacional, donde trabaja como médico residente con un contrato de dos años. Es lo que en el lenguaje técnico de los médicos le llaman R-2. No es pasante, como ha estado informando la Policía.
Soanny terminó su carrera de medicina a los 22 años, en la Universidad Iberoamericana (Unibe), en el 2007.
Ese lunes, a Soanny le correspondía amanecer de turno en el hospital. En horas de la mañana del día siguiente, el martes, del centro hospitalario policial llamaron a la casa de la familia Montero Vargas, para preguntar por la doctora Soanny, porque no se había reportado a su servicio regular. Ahí comenzó el tormento de esta familia que, a partir de aquel infeliz momento, no ha podido ingerir otra cosa que no sea agua.
Las cámaras de seguridad del hospital de la Policía registran que la última vez que Soanny estuvo en su lugar de trabajo fue el lunes, pasadas las 3:00 de la tarde. Ya antes había almorzado normalmente con sus colegas. “En esto cabe cualquier posibilidad, pero precisas, no tengo”, dice Mártires.
Su esposa, Marilín no pudo escuchar lo que decía su pareja, un ingeniero agrónomo productor de plátanos, oriundo de Tamayo. Ella estaba en cualquier lugar de la casa, sin fuerzas ni ánimos para contarle a la prensa que ayer cumplió tres días sin comer nada y sin poder dormir. Estos padres con el corazón hecho trizas esperan que la Policía apresure las investigaciones para encontrar pronto a su Soanny.
Hasta ayer solo había hipótesis y versiones no avaladas por los investigadores. De tres médicos entrevistados por la Policía, uno de ellos es Jonathan Reyes, ligado sentimentalmente a la mujer desaparecida. El angustiado padre dijo que Reyes no le comentó si tuvo alguna discusión con su hija.
Mártires define a su hija como una muchacha de buen temple; seria y decidida, pero alegre y jovial. Una mujer a quien la vida le ha dado mucho más de lo que cualquiera de su edad pudiera desear.
Asegura que en su familia, con sus altas y bajas, como en todas, no existe actualmente ninguna situación difícil o inmanejable. Tampoco él como cabeza de familia ha incurrido en asuntos que coloquen en la cuerda floja a los suyos.
Por todo esto, descarta que su hija haya tomada alguna decisión equivocada por razones de depresión o que haya sido secuestrada. “Yo solo he recibido llamadas para solidarizarse conmigo. Pero nadie me ha llamado para exigirme nada”, resalta.
La Policía no tiene nada concreto sobre este caso
“Yo mantengo la fe y la esperanza de que mi hija esté en un lugar viva y sana”, dijo el padre de Soanny. Este productor de plátanos de la provincia Bahoruco destaca que ha formado a sus hijos inculcándoles valores y principios que lo hacen merecedores de la entera confianza de él y de su esposa. En medio de este momento de emotividad, recordó que en una ocasión, luego de que Soanny terminó sus estudios universitarios, la envió a España a realizar unos cursos de reforzamiento. “Ella vino porque dijo que nosotros le hacíamos mucha falta. Yo le dije, bueno, si tú quieres venir, entonces regresa”, dijo, aguantando como hombre las lágrimas al ras de sus pupilas. La Policía sigue el curso de las investigaciones para encontrar a Soanny. Estas pesquisas incluyen allanamientos en tiendas de repuestos y talleres de vehículos, a ver si vislumbran algún elemento relacionado con el carro marca Honda Civic de la doctora. “Estamos investigando la desaparición, y fruto de ello trabajando en su entorno familiar y laboral”, dijo el vocero de la Policía, Diego Pesqueira. Indicó que tienen vigilados los puntos de peajes, para localizar el automóvil de Soanny.
Fuente El Caribe.
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